«La soledad no es intolerable cuando el entusiasmo
por una búsqueda colma la mente».
Al fin ha llegado a la cartelera la versión cinematográfica de «La Ciudad Perdida de Z». Y digo al fin porque quienes hace años leímos el libro de David Grann esperábamos la película ya con curiosidad insana. Como es obvio, en «Cinema Travel» no podía dejar pasar la oportunidad de dedicarle unas líneas a este esperado film. Desde que salió publicado que Brad Pitt se había interesado por la historia hasta que finalmente ha llegado al cine, ha pasado bastante tiempo y al final su participación como productor le ha hecho relegar transitoriamente su faceta de actor.
Esta sugestiva novela profundiza en la misteriosa desaparición del explorador Percy Fawcett. Esta tuvo lugar en el año 1925 mientras llevaba a cabo la que resultó la última de sus expediciones en busca de El Dorado. Desde entonces, dispares incursiones al lugar de los hechos han tratado de dilucidar el motivo de la desaparición de Fawcett. Sin embargo, a día de hoy todavía no ha sido posible conocer la razón exacta de este hecho. La muerte, la captura por parte de una tribu e incluso la locura, han sido las posibilidades más barajadas hasta la fecha.
La legendaria ciudad de El Dorado fue situada durante siglos por los europeos en la por entonces casi impenetrable selva del Amazonas. El incansable explorador británico no sucumbió jamás a las dificultades que fue encontrando en su camino, tanto burocráticas como logísticas y económicas.
Renunció durante largas temporadas a su vida familiar repitiendo obsesivamente una expedición tras otra para lograr su sueño. En ocasiones encontraba lo que creía eran indicios de su soñada ciudad perdida. Esto le empujaba a no desanimarse y organizar nuevos intentos en busca de su quimera.
El mundo de las aventuras llevado a la gran pantalla, tiene altas posibilidades de no defraudar gracias al poder de la imagen. En este tipo de películas, los paisajes en versión XL siempre son un plus. Pero esta aparente ventaja que tiene el cine frente a los libros, es un arma de doble filo. Sucede que quienes amamos la lectura y la acompañamos de altas dosis de imaginación, rara vez vemos superadas nuestras expectativas con la película.
Las múltiples expediciones de Fawcett al «infierno verde» quedan en el film limitadas a lo anecdótico. Ciertamente también podría habérsele sacado mucho más jugo a una fotografía que resulta escueta en paisajes para lo mucho que la temática podría haber dado de sí. Sin embargo es una película curiosa y entretenida, histórica y mística al mismo tiempo, que no puedo dejar de recomendar a quienes gusten de los largometrajes tanto históricos como de aventuras.
En el caso de La Ciudad Perdida de Z, no obstante, me sigo quedando con el libro. La minuciosidad en las descripciones y detalles del antes, durante y después de las expediciones, completan el conjunto de la aventura de manera mucho más lograda que la película. Esto no es nuevo porque en ocasiones resulta difícil resumir en un relativamente escueto guión una narración bastante más larga en su original. De gran interés son también las fotografías y dibujos que aparecen en la parte central del libro y que dan una idea de los personajes y las circunstancias del lugar y la época.
No obstante, resulta estimulante que de vez en cuando aparezca en cartelera un film como La Ciudad Perdida de Z. Una película sobre viajes, paisajes y sueños siempre resulta gratificante en medio de un maremagnum de cintas de otros géneros.
Sin duda es de agradecer que personas influyentes en el séptimo arte, abran cada cierto tiempo el baúl del pasado y apuesten por historias como esta que, en realidad, son la fuente de donde en ocasiones manan películas míticas.