Habitualmente esta palabra se traduce como tabú. No obstante, más bien se refiere a algo no permitido porque traería consecuencias. Por este motivo mas bien merecería ser calificado como superstición.
Hay que decir que los fady varían de unas regiones a otras, ya que a veces se centran en cosas o lugares muy concretos, específicos de un sitio determinado. Puede ser fady pasar por delante de un lugar, como un árbol sagrado, comer carne de cerdo, nadar en un río concreto, o silbar en determinadas circunstancias.
El respeto a los ancestros es el pilar principal de estas creencias. De hecho, casi todas tienen algo que ver con ellos. Por ejemplo, sobre el Indri Indri se cuenta que en realidad es un venerable anciano, por lo que debe ser respetado.
Multitud de fadys se han ido transmitiendo de generación tras generación. He aquí algunos ejemplos.
– Señalar con el dedo una tumba. Tienen la creencia de que quien lo haga perderá el dedo o quedará leproso.
– Dar patadas a un muro. Quien lo haga puede conducir a sus abuelas a la muerte.
– Silbar tras caer la noche. Se corre el riesgo de atraer a los fantasmas.
– En ciertas comunidades, es fady comer carne de cerdo o de cabra. Puede atraer cosas malas como pústulas en el cuerpo o el acoso de espíritus nocturnos.
– Los tsingys son un lugar fady gracias a las creencias de los Sakalava. No se deben señalar con el dedo, pero podemos hacerlo con el índice doblado hacia adentro.
– Para la etnia Merina, los lunes son fady, así que ese día no trabajan.
– Los lémures de cola anillada o Maki Catta, son fady. No pueden cazarse ni comerse. Parecido ocurre en muchas regiones con el Indri Indri y los Sifakas. Comer carne de Aye Aye atrae la mala suerte y las enfermedades.
En estos casos, como en otros, los fady contribuyen a la conservación, ya que gracias a ello se protegen animales y lugares. Pero con el progreso está llegando el «ateismo» fady y algunos de ellos están quedándose obsoletos. La economía prima sobre la superchería. Siguiendo con el ejemplo del Indri Indri, antes no era cazado gracias al fady, pero hoy en día ya está sufriendo las consecuencias del descreimiento.
La verdad es que podríamos continuar hasta lograr un listado de fadys más que considerable. Especialmente en las zonas rurales, este tema está todavía muy arraigado. Contrariamente, en las ciudades cada vez va quedando más obsoleto.
En fin, más vale prevenir y hacer como aquél que decía «yo no soy supersticioso porque da mala suerte».