En un lugar perdido entre la arena del páramo, al norte de la lejana Namibia, se encuentra el Parque Nacional de Etosha.
Aplastado por un sofocante calor, un reflejo deslumbrante, blanco y cegador hace su aparición. Los animales, desesperados, buscan las pequeñas charcas que salpican el horizonte forzando la convivencia de las más diversas especies.
Eso es Etosha, supervivencia en estado puro. El parque nacional más diferente a todos los que anteriormente hayas conocido. Etosha no es verde como la selva ni naranja como el desierto. Etosha es blanco como la sal. Es desolación, con toda la belleza que la desolación conlleva.
El Parque Nacional de Etosha es uno de los mayores atractivos de Namibia. Más de 23.175 km cuadrados protegen innumerables especies animales. No obstante, tan solo 2/3 de la parte oeste de Etosha son accesibles al público en general. El otro tercio está reservado a operadores turísticos. Toda la zona accesible se puede transitar en vehículo convencional, no es necesario un 4×4.
Como llegar
Etosha se encuentra al norte de Namibia, muy cerca de la frontera con Angola. Si llegáis hasta aquí es probable que lo hagáis desde Windhoek, desde la Skeleton Coast o desde la Franja del Caprivi.
Nosotros en concreto veníamos de Kamanjab, donde habíamos visitado al pueblo Himba.
La entrada
El precio de la entrada al Parque Nacional de Etosha para un adulto extranjero es de 80 NAD (menos de 5 euros) por día. También se paga menos de 1 euro al día por automóvil de menos de 10 plazas.
Alojamiento
Dentro del Parque Nacional Etosha hay varios alojamientos.
– Olifantsrus. Solamente ofrece zona de acampada. Ubicado al oeste de la zona visitable.
– Okaukuejo. Zona de acampada, habitaciones y chalets. Ubicado al oeste, es el más cercano a la Anderson entrance.
– Halali. Zona de acampada, habitaciones y chalets. Ideal para hospedarse en una zona intermedia entre las puertas Anderson y Von Lindequist.
– Namutoni. Se ubica al este del parque cerca de la Von Lindequist entrance. Zona de acampada, habitaciones y chalets.
– Dolomite. Chalets de precio alto situados al oeste.
– Onkoshi. Chalets de precio alto situados al este. Está fuera de las carreteras de autoturismo, por lo que los huéspedes son recogidos por un vehículo en el Namutoni Camp y quedarán a merced de contratar safaris.
Tip: Por si no queréis acampar, os diré que las habitaciones más económicas son las de Okaukuejo, Halali y Namutoni. Debido a la alta ocupación, es mejor reservar con antelación.
Las reservas para todos los alojamientos de Etosha se realizan desde la página oficial del parque.
Lo ideal es dedicar al menos dos días enteros a conocer el parque. Para ello necesitaréis pasar 3 noches dentro o en los alrededores de Etosha.
Pero…¿qué hicimos nosotros?
La visita
* Día 1. Entramos al Parque Nacional Etosha, y efectivamente, lo hicimos por la Galton Gate. Esta puerta se abrió por primera vez en 2014 y está situada al oeste del parque.
Nuestras primeras horas en el parque no fueron demasiado exitosas en cuanto a fauna, pero disfrutamos enormemente del árido paisaje de Etosha.
Al llegar la noche hay que estar ya dentro de los recintos pertenecientes a los alojamientos. Si no es así, uno se expone a tener que pagar una multa y llevarse una monumental bronca.
La primera noche la pasamos en el Okaukuejo Camp. Como no habíamos reservado habitación por adelantado, recurrimos a nuestra querida tienda de campaña.
Dentro del camping hay una charca a la que se aproximan los animales a beber, lo cual es todo un espectáculo, especialmente por la noche. Nos instalamos y nos dirigimos a la charca a esperar en silencio.
No tardaron en aparecer elefantes, chacales, jabalís, jirafas…
Esperamos un poco más hasta que cayó la noche absoluta. Un foco ilumina la charca.
Una hembra de rinoceronte y su cría nos tuvieron entretenidos un buen rato. Otras especies de animales esperaban su turno para beber mientras los rinos se saciaban.
Satisfechos con los avistamientos de la charca nos fuimos a dormir.
Tip: Si acampáis tened cuidado de no dejar comida o restos fuera de la tienda. Fuimos testigos de primera mano de cómo los chacales aprovecharon la ausencia de algunos huéspedes para revolver.
El segundo día madrugamos. Es casi obligatorio. Si visitáis Etosha por vuestra cuenta, lo que tenéis que hacer es muy sencillo. Salir a recorrer el parque en vuestro coche lo más temprano posible.
Informaos en vuestro alojamiento a qué hora abren la puerta, ya que puede variar. Los animales suelen estar más activos en las horas menos calurosas. Es por esto que lo más recomendable es salir a «patrullar» al amanecer y a partir de media tarde.
Es importante recordar que está prohibido salir del vehículo excepto en los lugares permitidos. Al llegar al parque os proporcionarán un mapa y os explicarán los detalles.
Pronto empezamos a disfrutar del parque tal y como nos lo habíamos imaginado. Enormes manadas de elefantes, familias de jirafas, parejas de avestruces y todo tipo de antílopes se cruzaban en nuestro camino.
Rinocerontes, cebras y ñus también son habituales en los alrededores del Halali Camp.
En las horas más calurosas haréis bien en permanecer en vuestro alojamiento. Echar una siesta o darse un bañito en la piscina pueden ser las mejores opciones cuando el calor aprieta.
Así que nos dirigimos a la piscina del Halali Camp, que era donde nos íbamos a instalar para pasar nuestra segunda noche en Etosha.
Por la tarde volvimos a salir con nuestro coche, esta vez en busca de felinos, ya que hasta el momento se nos habían resistido. No tuvimos suerte en ese sentido. Seguimos avistando otros animales y disfrutando del paisaje deslumbrante e irreal de la zona central del salar.
En caso de que estéis hartos de conducir, en los propios alojamientos se pueden contratar safaris guiados, tanto matutinos como vespertinos. El precio ronda los 40 euros por persona.
También hay safaris nocturnos al precio de unos 43 euros por persona. Contratar un tour organizado es también la manera de conocer la zona del parque restringida.
Volvimos al campamento antes de que cayera el sol.
El Halali Camp también tiene una charca para la observación de animales.
* Día 3. Nuestro último día en Etosha. El paisaje pelado facilita el avistamiento sobre todo en la zona del salar. No obstante, los grandes felinos se nos resistían. Fue precisamente el último día cuando al fin conseguimos avistarlos.
Primero fue a lo lejos, caminando en dirección contraria a la nuestra. En el mapa vimos que era probable que sus pasos se orientaran hacia una charca próxima. Decidimos adelantarnos. Cuando los leones se perdieron a lo lejos tras unos arbustos, continuamos ruta hacia la charca dando un rodeo.
Llegamos a la charca y estaba vacía. Es más, apenas había agua, estaba prácticamente seca. No había nadie alrededor. Al cabo de unos diez minutos comprobamos con una intensa emoción que nuestra suposición había sido acertada.
Si no conseguís ver leones por vuestra cuenta, pensaos seriamente apuntaros a un safari organizado. Preguntad primero qué posibilidades existen de poder avistar leones. Aún así, nunca os lo van a garantizar.
A última hora salimos por la Anderson Gate y nos dirigimos a pasar nuestra última noche por la zona. Elegimos el Sasa Safari Camp, situado a tan solo una hora de Etosha.
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