«Cuesta estar enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo.
A veces siento como si la contemplase toda a la vez, y me abruma;
mi corazón se hincha como un globo a punto de estallar.»
Lester Burnham (American Beauty)
El Síndrome de Stendhal es algo maravilloso que todo el mundo debería experimentar al menos una vez en la vida. Está considerado como una enfermedad psicosomática, también conocido como síndrome de Florencia e incluso como estrés del viajero. Pero… ¿en qué consiste exactamente el Síndrome de Stendhal? Si alguna vez lo habéis experimentado lo reconoceréis enseguida.
¿Habéis llegado tal vez a un lugar que os ha puesto el corazón a mil simplemente por su belleza? ¿habéis visionado algo tan bonito que os ha removido por dentro hasta haceros saltar las lágrimas? ¿tal vez en alguna ocasión os ha embargado una emoción tan incontrolable que os ha dejado hasta sin palabras? Bien, pues entonces ya habéis experimentado el Síndrome de Stendhal.
Obras de arte, escenarios históricos, ruinas evocadoras, palacios de ensueño… Pero también paisajes grandiosos, atardeceres increíbles, naturaleza exuberante… Todas y cada una de estas maravillas pueden hacer que te emociones en cualquier momento hasta límites insospechados.
Este bendito síndrome debe su nombre a Henri-Marie Beyle, alias Stendhal. Este clásico escritor francés describió perfectamente la emoción que le invadió al ver por primera vez la Basílica de la Santa Cruz en Florencia:
«Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo de caerme».
Lejos de compararme con Stendhal, (aunque me encantó Florencia no me hizo llorar de emoción), debo a lugares como los templos de Khajuraho, la solitaria playa de Pohara o la Casa Batlló el haber pasado por tan pleno trance.
¿Y tu? ¿has experimentado ya el Síndrome de Stendhal?