«Mira profundamente en la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor».
Con este post queda inaugurada en este blog la sección «Disfrutando la Naturaleza». Y para ello he elegido nada mas y nada menos que al Árbol del Viajero, nuestro talismán alrededor del mundo.
La primera vez que oímos hablar del Árbol del Viajero fue en México. Allí un guía nos explicó que realmente no es un árbol. Tampoco una palmera. Al parecer es una planta herbácea que a veces desarrolla un tallo de hasta diez metros y en su lugar de origen puede incluso llegar a medir hasta 20. Tiene unas hojas muy grandes y alineadas. No es raro pues que se confunda con una palma. Encontramos su origen en Madagascar. Su nombre es Ravenala madagascariensis, lo cual no deja lugar a dudas. Allí esta planta es todo un símbolo, y hasta aparece en el escudo nacional.
El nombre de Árbol del Viajero parece ser que proviene de una causa justificada. Los viajeros sedientos podían encontrar fácilmente agua almacenada en alguno de los muchos recovecos que se forman en la planta. Esto tampoco es que sea un fenómeno único, ya que también algunas otras plantas como las bromeliáceas por ejemplo, poseen esta misma característica. Lo que resulta mucho mas curioso es que normalmente sus hojas, en formación semicircular, se encuentran orientadas de oriente a poniente. Esta singular cualidad hace que podamos utilizarla como improvisada brújula para orientarnos.
A lo largo del tiempo ha ido siendo introducida en multitud de países como planta ornamental. Generalmente se ha extendido más por zonas tropicales, ya que no soporta las heladas. Debido a su fácil reproducción, en lugares como Isla Reunión e Isla Mauricio, se ha multiplicado de manera salvaje hasta llegar a ser considerada invasora.
Cuando se lleva viajando ya unos cuantos añitos, uno se da cuenta de que siempre hay cosas que se repiten. Tal vez pueda sonar monótono, pero para nada. Lejos de considerar «repetidas» las plantas, los animales, las situaciones, las costumbres…sirve para comparar. Para comparar las diferencias según el contexto. Para hacerse preguntas.
¿Por qué aquí existe esto, al igual que en tal otro lugar, y en cambio en este otro sitio no?. A lo mejor son elucubraciones mías. A lo mejor. Pero si te haces esta pregunta y te molestas en averiguar el porqué, aprenderás. Indagar las respuestas te hará hablar con la gente, buscar información en los libros, en internet. Forma parte de la «curiosidad viajera» de la que ya hemos hablado en otras ocasiones en este blog. Averiguar, informarte, investigar…te hará crecer.
Lo cierto es, que ya en México mi gen Wanderlust salió a relucir y pensé: algún día lo veré en Madagascar. Y así fue. Pero no solo en Madagascar, también en Malasia tuvimos la ocasión de apreciarlo bien de cerca.
Ojalá podamos llegar a ver el Árbol del Viajero en muchos más lugares, porque para el viajero, es casi un talismán. Un símbolo de buenos augurios.
Ojalá puedas verlo muchas veces, y que yo también lo vea!
Seguro que lo verás, solo hay que proponerselo y ponerse manos a la obra