«Un árbol es nuestro contacto más íntimo con la naturaleza».
(Kahlil Gibran).
Aquí estamos de vuelta en la sección «Disfrutando la Naturaleza», hoy dedicando de nuevo el post a nuestros amigos los árboles.
Los árboles han tenido gran importancia desde siempre en la historia de la humanidad. Muchas de las antiguas civilizaciones les otorgaban carácter sagrado e incluso propiedades revitalizadoras y sanadoras para el hombre.
A diferencia de la filosofía ególatra que se profesa en términos generales hoy en día, en muchas culturas ancestrales se cree que los árboles son el eje de la vida en la tierra. Si pensamos que nosotros no podemos vivir sin árboles, pero que los árboles continuarían aquí si nosotros no existiéramos, el narcisismo y la prepotencia que los hombres ejercemos sobre la naturaleza se nos pasarían rapidito.
A día de hoy todavía hay especies de árboles que conservan el rango de sagradas o de portadoras de buena suerte según la tradición popular. Esto sucede, por ejemplo, con el sauce. De hecho, la expresión «tocar madera» proviene de la antigua creencia que atribuía buena suerte a quien tocara un ejemplar de esta especie.
Es bien sabido por todos que existen estudios que avalan que el contacto con la naturaleza nos carga de energía positiva y nos aporta vitalidad. Siguiendo esta línea, ha surgido una nueva corriente de personas que se autodenominan «tree-huggers», o lo que es lo mismo, «abrazadores de árboles».
Los seguidores de esta corriente afirman sentir que la energía de los árboles se les transmite y les recarga las pilas. Dicen notar que la energía fluye y que les embarga una increíble sensación de paz y tranquilidad. Estamos de acuerdo, ya que yo también me confieso abrazadora de árboles.
Aunque son numerosos los beneficios de abrazar un árbol, bien es cierto que resultan intangibles para los demás. Es por esto por lo que para muchos la transmisión de la energía de los árboles se convierte en un acto de fe. Sientas o no las sensaciones que se perciben al abrazar un árbol, lo que es innegable es que el simple contacto con la naturaleza relaja y ayuda a desconectar de los problemas cotidianos. El mero hecho de sentarse a la sombra de un árbol es ya de por sí una imagen que resulta relajante.
Así es que esta corriente de abrazar árboles es positiva tanto si se cree en las energías como si no, ya que es probable que al menos sirva para contagiar el sentimiento de respeto por la naturaleza.
Existen diferentes maneras de captar la energía de los árboles:
– A través de las manos. Puedes establecer contacto utilizando las palmas de las manos, ya que es una zona muy sensible a la emisión y captación de energía. Hay que apoyar las palmas siguiendo las grietas y marcas de la corteza.
Existe una clasificación de los beneficios según las diferentes especies de árboles.
– El roble, la encina y el alcornoque son ejemplos de grandes especies arbóreas en nuestras tierras. Pueden encontrarse ejemplares incluso centenarios. Todas estas especies, al igual que otras de diferentes procedencias como las secuoyas y los baobabs, son sin lugar a dudas, grandes fuertes de energía.
– El olivo es transmisor de grandes propiedades energéticas. Sea por la robustez de su madera o por su respetable porte, se cree que aporta equilibrio a la mente.
– Las especies que crecen cerca del agua son también bastante poderosas en este sentido, ya que a la fuerza del árbol hay que sumar la relajación y al mismo tiempo la energía que nos transmiten las corrientes de agua.
– El sauce contribuye a liberar la humedad excesiva del cuerpo. También fortalece el aparato urinario y reduce la tensión sanguínea.
– El pino tiene propiedades curativas y, según la cultura china, es uno de los árboles que más energía es capaz de transmitir.
– El ginkgo contribuye a aliviar los problemas urinarios.
– Los abetos son buenos para la circulación, la hinchazón y la recuperación de los huesos rotos.
– El cedro regula la temperatura corporal, al igual que el ciprés.
– El olmo es un excelente aliado para fortalecer el estómago, pero, sobre todo, para ayudar a tranquilizar la mente.
– La acacia blanca ayuda a equilibrar la temperatura corporal y del corazón.
– El ciruelo es un árbol que, además de ayudar a sosegar la mente, ayuda a nutrir el sistema endocrino y digestivo.
– El abedul ayuda a desintoxicar el cuerpo y a eliminar la humedad y el calor.
– La higuera ayuda a regular la temperatura corporal y colabora en el sistema digestivo.
– El abeto ayuda a reducir la hinchazón y en la curación de fracturas.
– El arce ayuda a disminuir los dolores.
– Los espinos tienen propiedades positivas para el sistema digestivo y la tensión sanguínea.
– El baobab tiene propiedades médicas anti-inflamatorias y antipiréticas que ya eran conocidas por los egipcios, que lo consideraban sagrado.
Seguro que la próxima vez que sientas la llamada de un árbol no te vas a poder resistir a tocarlo, abrazarlo, cerrar los ojos y sentir cómo fluye su energía por tu cuerpo y por tu mente. Eso sí, recuerda siempre antes pedirle permiso y después darle las gracias.
A partir de ahora, los verás con otros ojos.