«Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
soy isla asida al tallo de los vientos».
Desde tiempos casi inmemoriales el hombre ha ido recorriendo el mundo a lo largo y ancho, dejando, o no, constancia de sus viajes. A día de hoy quedan pocos rincones donde el viajero todavía perciba la sensación de haber retrocedido en el tiempo. Pues bien, hoy voy a hablaros de uno de esos lugares, la isla de Socotra.
Perteneciente a Yemen, esta montañosa isla, acompañada de otras tres más pequeñas y de unos pocos islotes deshabitados, forman el archipiélago de Socotra. Pequeños trozos de tierra salpicando la inmensidad del océano Índico.
Se cree que Socotra se separó de África allá por la época del Plioceno. Desde entonces, la isla vivió un periodo de aislamiento geológico que le permitió desarrollarse tal y como puede conocerse hoy en día. Además, al haber estado apartada de los circuitos turísticos prácticamente hasta la actualidad, se ha conservado su esencia, y su naturaleza ha permanecido dentro de lo posible en su estado más primigenio.
Playas vírgenes, montañas salvajes y en especial su flora endémica, hacen de esta isla un lugar tan especial. Dicha flora constituye el principal encanto de Socotra y también su secreto mejor guardado. Un gran número de las 800 especies de plantas que pueblan la isla están consideradas endémicas. Por desgracia, corren grave riesgo de desaparecer por su extrema vulnerabilidad a los cambios.
Tal vez el árbol más representativo sea el Drago de Socotra. Su peculiar forma de paraguas y sus usos medicinales lo convierten en especial. Por otra parte, en las zonas costeras recortan las siluetas del árbol del pepino, y en zonas escarpadas encontramos una joya conocida como la rosa del desierto socotrí. Todo un paraíso para botánicos y naturalistas.
En cuanto a la fauna, cabe mencionar que la mayoría de sus reptiles son también endémicos y que los murciélagos pueblan la isla. No obstante, cabe destacar especialmente la diversidad marina de las aguas que rodean este insólito lugar.
En el interior de la isla se encuentran las agujas de granito del macizo Hajhir. Su punto más alto, el pico Mashanig, se encuentra a unos 1.500 metros sobre el nivel del mar.
La mayoría de la población del archipiélago se concentra en su capital, Hadiboh. Establecer contacto con las gentes de Socotra es otro gran aliciente si se visita la isla.
Gran parte de ellos viven de manera sencilla, sin cosas tan imprescindibles para nosotros como la luz y el agua corriente. Principalmente se dedican a la ganadería, el pastoreo y, por supuesto, la pesca. Se comunican en su propio idioma, el socotrí, todo un reto para el viajero curioso y con ganas de relacionarse.
Desde que en 1999 se terminó de construir el aeropuerto ya es posible visitar este paraíso que en el año 2008 pasó a ser reconocido como Patrimonio Natural de la Humanidad.
Impresionante.
Un paraíso natural!!. Espero que perteneciendo a Yemen no le haya llegado la guerra y destrucción que hay en la península.