«A veces creo que Dios va a bajar a detener la tierra por exceso de velocidad».
Fue el avión comercial más rápido de todos los tiempos, con una velocidad máxima de 2179 kms por hora. Esto se traducía en que podía llegar de París a Londres en una hora.
No obstante, este fenómeno tecnológico terminó por desaparecer debido a varias razones. Una de ellas fue que el alto coste de su mantenimiento y la barbaridad de combustible que consumía, se reflejaba finalmente en el precio de los billetes. Tampoco el tremendo ruido que producía era plato de gusto.
No obstante, se calcula que el vuelo no llegaría a vender todos sus pasajes, por lo que no se amortizaría. La solución pasaría por un avión más pequeño que el Concorde, que gastara menos combustible y que fuera menos ruidoso, aspecto este que también se está investigando. Una vez superado esto, podría estarse más cerca de recuperar los vuelos supersónicos comerciales.
La compañía estadounidense que está llevando este proyecto adelante se llama Boom, una empresa emergente con sede en Colorado. ¿El propósito? Construir aviones supersónicos más rápidos pero más baratos que el Concorde. Su velocidad sería de unos 2.300 km/h, más del doble que la de cualquier otro vuelo comercial.
Boom pretende tener listos los primeros aviones para el año 2020, y afirman tener ya más de 76 encargos. Para entonces tendrán que haberse superado también los escollos legales, especialmente la prohibición de sobrevolar el espacio aéreo estadounidense y europeo con vuelos supersónicos. Si esto sucede, el sueño de volar por encima de la velocidad del sonido se hará realidad… para unos pocos.