«Desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos.
Aprovecha los vientos alisios en tus velas.
Explora. Sueña. Descubre”.
El dinero no da la felicidad. Esto es una especie de mantra que no dejamos de escuchar y que está cargado de razón. De hecho, un estudio realizado por la Universidad Estatal de San Francisco concluye resumiendo que la felicidad se encuentra en las experiencias.
Es por esto precisamente que el viajar y la felicidad suelen ir de la mano de forma inseparable.
Si te apasiona viajar harás maravillas con lo mucho o poco que tengas. Una vez cubiertas las necesidades básicas, antepondrás el viajar y la felicidad que te aporta a cualquier otra cosa.
Pero… ¿por qué es mejor invertir en viajar que en cualquier otra cosa? La explicación es bien sencilla.
Tanto la dopamina como las enforfinas que libera el cuerpo cuando experimenta el placer de comprar, tienen las horas contadas. Esto hace que la adquisición de cualquier objeto produzca una satisfacción inmediata, pero para nada duradera.
Por todos los objetos que adquirimos acabamos perdiendo el interés. Sin embargo, las vivencias únicas que experimentamos al viajar permanecerán con nosotros durante toda la vida.
La ilusión y la investigación en la fase previa también aportan instantes de felicidad, por lo que podemos decir sin miedo a equivocarnos que nuestro viaje es una inversión triple: el antes, el durante y el después.
Otro factor añadido que obtenemos al invertir en viajar es la sorpresa. Cuando compramos cualquier cosa sabemos lo que recibiremos a cambio. Conocemos el bien o el servicio que ese objeto puede aportarnos. Pero los viajes nunca sabemos lo que nos deparan, y es por ello que aportan sal y pimienta a la rutina de la vida cotidiana.
Precisamente, abstraerse de la rutina y relajar la mente son algunos de los argumentos que esgrimen quienes anteponen el invertir en viajar a todo lo demás.
Pero lo más importante que se adquiere viajando y que no se vende en ningún lugar es la apertura de mente. Esta fórmula aporta la mayor de las riquezas:
Apertura de mente + Mundo recorrido = Incremento del Pensamiento Global
Una vez se posee pensamiento global, empiezan a producirse profundos cambios que replantean nuestra percepción del mundo.
Todo lo que uno creía conocer sobre infinidad de temas cobra una nueva dimensión. Los sentidos se potencian y se desarrolla una percepción especial para apreciar todo con mayor sensibilidad. Esta percepción después se traslada a la vida cotidiana, dotando a quien viaja de una mayor amplitud de miras.
Gracias a todos estos factores, el viajero evoluciona a un nuevo nivel. Adquiere conciencia de la propia insignificancia. La proyección de nuestros enormes problemas toma un nuevo prisma, y objetos imprescindibles en nuestra vida diaria pasan a ser anodinos. Se aprende a relativizar.
Aventuras increíbles, experiencias enriquecedoras e innumerables anécdotas nos esperan en cada rincón para no dejarnos indiferentes. Todo ello aderezado, por supuesto, con una buena dosis de cultura y de crecimiento personal.
Por todo esto y más, viajar no es gastar, es invertir. Invertir en crecer como personas. Invertir en crear buenos recuerdos para conservarlos toda vida. En definitiva, invertir en felicidad.
El viajar y la felicidad son compañeros inseparables.
Canal de Youtube «Alanxelmundo»